El estudio y aplicación de las metodologías de estadística surgen a mediados del siglo XVIII como parte de datos demográficos y económicos utilizados por los Estados. Se utilizó esa información para determinar la frecuencia de repetición y para deducir una posibilidad de ocurrencia en el futuro. La presentación gráfica de la frecuencia histórica de ocurrencia de estos eventos ha dado origen a diferentes distribuciones de probabilidad, mismas que se aplican en diferentes campos de la ciencia.
No es una novedad que, en los últimos tiempos a nivel mundial, se han presentado eventos que no se podrían haber previsto con alguna distribución de probabilidades conocida, tal como la contingencia sanitaria, la cual paralizó la actividad humana con efectos de quiebra en muchas empresas y ha reconfigurado el comportamiento del consumidor, los tipos de negocios e, incluso, las condiciones de trabajo.
Dentro de los eventos naturales recientes, en México se puede citar al huracán Otis, suscitado el 25 de octubre de 2023 en las costas del estado de Guerrero. Dicho desastre natural ocasionó pérdidas significativas en el puerto de Acapulco y en Coyuca de Benítez, zonas que han requerido de inversión pública para rescatar instalaciones y proveer de servicios a la población y al turismo (inversiones que se siguen realizando y que no se tenían contempladas).
Este tipo de eventos no cuenta con bases de datos históricas, las cuales permitan realizar inferencias estadísticas con base en la identificación de distribuciones de probabilidad. Éstas son comúnmente utilizadas por los profesionales de administración de riesgos naturales y financieros, y tienen dentro de sus funciones diarias: la identificación, medición, control e información integral y oportuna al nivel directivo acerca de los riesgos a los que se enfrenta la empresa, esto para una adecuada toma de decisiones, evitando efectos catastróficos.
Por otra parte, se debe definir la exposición que tiene la empresa en presencia de movimientos extremos en los factores identificados como aportadores de riesgos en su modelo de negocio, tanto financieros como humanos, y estimar el daño potencial esperado al momento de presentarse.
Las empresas tienen, en forma natural, su exposición a los riesgos, pues la interacción con el sistema comercial y productivo externo es constante e inevitable; la compraventa de insumos y energéticos, las tasas de interés sobre los créditos solicitados u otorgados, el tipo de cambio en las operaciones internacionales, el precio de los metales preciosos e industriales para las empresas mineras o industriales, los precios de los productos agrícolas y ganaderos para la industria alimenticia, etcétera.
El concepto de riesgo inherente por el incremento en los volúmenes de operación, o bien, por el crecimiento obligatorio debido a las nuevas operaciones definidas por las metas y objetivos del reciente plan estratégico, deben considerar las modificaciones y el fortalecimiento de las capacidades directivas, así como la contratación de consultores que cubran los puntos faltantes dentro de la empresa.
Lo anterior es para evitar las pérdidas por el aprendizaje sobre la marcha que implican las decisiones de “ensayo y error” por falta de experiencia para cubrir, en forma correcta y oportuna, los riesgos a los que se enfrentan las empresas hoy en día, donde lo único constante es el cambio y la novedad de eventos inéditos.
Un tercer elemento a considerar es el reto de medir el impacto que pueden tener estos eventos en las finanzas de las empresas. Se debe contar con nuevas metodologías que permitan pronosticar, con cierto grado de certeza, la ocurrencia y el tamaño de los cambios en los factores de riesgo cuando no se cuenta con bases de datos históricas que permitan definir un comportamiento esperado de dichos cambios.
La demanda inesperada y simultánea de medicinas, atención hospitalaria, personal médico y servicios funerarios durante la pandemia, los cambios en los hábitos de consumo del trabajo en casa, la afectación por la disminución en la renta de oficinas, el cierre de muchos negocios en las plazas comerciales por la obligada suspensión de la actividad comercial, el crecimiento inesperado de los servicios de entrega a domicilio, la disminución de la producción automotriz por la falta de microchips que requiere dicha industria, etc., sólo por mencionar algunos de los impactos que no se podían estimar, ya que, no se tenían registros históricos
Los eventos naturales como el huracán Otis, no es que sean inéditos en el mundo, sólo que en México no se consideraban probables ni con tal intensidad; tampoco se tenían parámetros de su impacto económico y que, para resarcirlo y lograr la reactivación habitual y turística, hubo la necesidad de una colaboración intensa del Gobierno federal y la iniciativa privada.
Otro ejemplo sería el comportamiento inesperado del tipo de cambio peso-dólar de los últimos cuatro años en México, contrario a los pronósticos que han llevado a empresas cotizadas y no cotizadas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) a pérdidas reportadas en sus informes trimestrales y anuales; asimismo, a la expectativa del comportamiento de las tasas de interés en EUA y México, se tiene ese matiz de incertidumbre en su comportamiento y sus efectos en las utilidades esperadas.
La capacidad de cobertura a los factores de riesgo que enfrentan las empresas es directamente proporcional a la experiencia y profesionalismo de su equipo directivo, así como a la realidad objetiva del consejo de administración, para establecer los objetivos empresariales y asegurarse de contar con un equipo, cuya capacidad profesional y ética, les permita alcanzarlos.
En cualquier organización, la estrategia debe contener la identificación de los riesgos de negocio, identificar los factores externos que pueden impactar en el logro de sus objetivos y establecer medidas de mitigación o de alertas. ¡No hacer nada, es asumir los riesgos!
Bajo ciertas circunstancias, hay autoridades específicas que están facultadas para solicitar información confidencial amparada por el secreto bancario.
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Juan Carlos Bojorges PérezComo consecuencia de distintos factores económicos a nivel global, las expectativas a futuro advierten una caída en los precios de las acciones de empresas tecnológicas.
José Luis Vásquez CostaAunque la LIF no incluye incrementos en la carga fiscal del contribuyente, se deben atender en tiempo y forma las obligaciones fiscales actuales, así como las adecuaciones de CFDI mencionadas en la RMF.
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