La gestión de riesgos y la sostenibilidad surgen como pilares para garantizar no sólo la rentabilidad de las organizaciones, sino también su legitimidad social y su contribución a un entorno resiliente. Este artículo explora cómo estos conceptos se interconectan y presentan un camino hacia un futuro más equilibrado y sostenible.
Las empresas, en su búsqueda por alcanzar mayores niveles de rentabilidad, a menudo pasan por alto los efectos colaterales de sus decisiones en el medio ambiente y las comunidades; un caso emblemático es la contaminación por plásticos. A nivel mundial, sólo 9% de los plásticos se reciclan de manera efectiva y, en México, 37% termina en vertederos. Este panorama deja al descubierto un ciclo insostenible de residuos que amenaza tanto a la salud ambiental como a la sostenibilidad económica; las empresas tienen la responsabilidad de replantear sus estrategias de empaques y adoptar alternativas más sostenibles.
Ejemplos de iniciativas hacia la economía circular incluyen la implementación de materiales biodegradables y sistemas de reutilización que minimizan el impacto ambiental. Estas medidas no sólo benefician al medio ambiente, sino que también fortalecen la reputación corporativa y aumentan la fidelidad del consumidor.
La innovación desempeña un papel crucial en la gestión sostenible de recursos; por ejemplo, el manejo de residuos tecnológicos (como las baterías de vehículos eléctricos) plantea importantes desafíos ambientales. La vida útil de estas baterías es de siete a 10 años (aproximadamente), tras los cuales deben ser reemplazadas. Fabricantes como Tesla, Nissan y General Motors están invirtiendo en tecnologías de reciclaje para recuperar materiales como litio, cobalto y níquel, reduciendo la dependencia de la minería y mitigando el impacto ambiental.
Además, se están desarrollando baterías de estado sólido, mismas que prometen ser más seguras, duraderas y fáciles de reciclar. Estas innovaciones representan un paso adelante hacia un modelo más sostenible, pero también exigen una colaboración estrecha entre gobiernos, empresas y consumidores para garantizar su adopción masiva.
Otro ejemplo importante es la reutilización de residuos industriales, como subproductos de procesos manufactureros, los cuales pueden ser aprovechados en nuevas aplicaciones. Por ejemplo, el uso de cenizas volantes en la producción de concreto reduce los costos y el impacto ambiental, demostrando que las soluciones sostenibles también pueden ser rentables.
La historia empresarial está llena de ejemplos de adaptación en tiempos de crisis. Durante la Segunda Guerra Mundial, empresas como Ford transformaron sus operaciones para producir equipamiento militar, demostrando una capacidad de respuesta excepcional. Este tipo de reconversión industrial no sólo permitió a estos negocios mantenerse a flote, sino también fortalecer su posición en el mercado tras la crisis.
Un caso más reciente fue durante la contingencia sanitaria, donde se impulsó la innovación en diversos sectores. Empresas como Amazon adoptaron estrategias logísticas más eficientes y sostenibles, reduciendo el peso de sus empaques en un 41%, lo que representó una disminución de dos millones de toneladas de material. Este tipo de medidas no sólo mitiga el impacto ambiental, sino que también genera valor reputacional y económico.
La sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad imperativa. Regulaciones mexicanas, como las Normas de Información de Sostenibilidad (NIS) A-1 y B-1, buscan promover la transparencia y la responsabilidad en la gestión empresarial, estableciendo un marco que permite medir y reportar el desempeño en sostenibilidad a través de la construcción de indicadores cuantitativos y cualitativos.
Estas normas representan un avance significativo hacia una cultura corporativa más responsable, donde las decisiones estratégicas están alineadas con los principios de desarrollo sostenible.
Las empresas también llevan años adoptando criterios ESG (Environmental, Social and Governance) para evaluar su impacto ambiental, social y de gobierno corporativo. Este enfoque ha permitido que las organizaciones identifiquen áreas de mejora y establezcan metas claras para reducir su huella ambiental mientras generan valor compartido.
El modelo de economía circular se presenta como una solución integral para abordar los retos de sostenibilidad. Este enfoque promueve la reutilización, el reciclaje y la regeneración de recursos, esto en contraposición del modelo lineal de tomar, hacer y desechar. Empresas como IKEA y Patagonia han liderado iniciativas en esta área, adoptando materiales reciclados y certificados para minimizar su impacto ambiental.
La transición hacia una economía circular requiere un cambio cultural y estructural significativo; esto incluye la implementación de infraestructuras sostenibles, inversión en energías limpias y la educación de los consumidores para fomentar un consumo responsable. Además, gobiernos y empresas deben colaborar para desarrollar marcos regulatorios que incentiven prácticas sostenibles.
La tecnología juega un papel crucial en la construcción de un futuro resiliente. Soluciones como los sistemas de optimización de rutas de UPS, conocidos como ORION, demuestran cómo la innovación puede reducir costos y emisiones de CO2, al mismo tiempo que mejora la eficiencia operativa. Estas estrategias representan un modelo a seguir para otras empresas que buscan integrar la sostenibilidad en su ADN corporativo.
En el ámbito de la energía, los avances en almacenamiento y generación distribuida están transformando la forma en que las empresas y comunidades acceden a fuentes limpias de energía. Tecnologías como los paneles solares y las baterías de almacenamiento descentralizado están democratizando el acceso a la energía renovable, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
La gestión de riesgos y la sostenibilidad son herramientas fundamentales para garantizar la resiliencia empresarial y social en un mundo cada vez más complejo. Integrar estos principios en las estrategias corporativas permite a las empresas no sólo sobrevivir, sino prosperar en un entorno cambiante, esto mientras contribuyen al bienestar de las generaciones futuras.
La sostenibilidad no debe ser vista como un costo, más bien, hay que verla como una inversión en el futuro. Al adoptar una visión de largo plazo, las empresas pueden liderar el cambio hacia un modelo más equilibrado, donde el éxito económico y la responsabilidad ambiental se refuercen mutuamente. Este enfoque no solamente beneficia a las organizaciones, sino también a la sociedad en su conjunto, sentando las bases para un futuro más justo y sostenible.
La finalidad de las NIS y las métricas de sostenibilidad es que las entidades identifiquen riesgos ambientales, de recursos humanos y gobernanza.
José Luis Zamora MoralesNo atender temas de sostenibilidad afecta el entorno de las personas y pone en riesgo la posibilidad de que una entidad se mantenga como negocio en marcha.
Elsa Beatriz García BojorgesEn la doble materialidad se debe identificar la repercusión de las operaciones comerciales en los estados financieros, la sociedad y el medio ambiente.
José Luis Zamora MoralesSe deben auditar los criterios ASG debido a que son generadores de valor compartido en las empresas y buscan forjar una economía circular.
Alejandro Méndez Rueda© 2025 Colegio de Contadores Públicos de México, A.C.
Directorio Contacto Aviso legal Acerca de VeritasInicia sesión o suscríbete para continuar leyendo.