La organización de las universidades y escuelas profesionales en facultades, la estructuración de la economía mediante sectores industriales (automotriz, aeroespacial, alimentos, salud, etc.) y la división del trabajo en estructuras funcionales; todos estos sistemas de división especializada han formado una estructura mental que asume que dichas separaciones (y sus respectivas fronteras) son la forma más lógica de organizar la vida humana y hacer que la sociedad funcione.
Es cierto que esta división especializada ha creado beneficios y es uno de los factores de progreso, pero también es cierto que esas fronteras han traído desafíos de magnitudes enormes, tales como el cambio climático, la gobernabilidad en un contexto global y la integración entre la inteligencia humana y las tecnologías.
La UNAM y muchas otras instituciones educativas se han visto en la necesidad de crear institutos de “ciencias de la complejidad”, donde las fronteras unidisciplinarias deben romperse sí o sí.
Los negocios que, tradicionalmente, han sido pensados dentro de las fronteras de sectores económicos, ahora comienzan a experimentar la ruptura de esos límites. Emergen empresas que, lejos de permanecer dentro de las fronteras de su propio sector, crean auténticos ecosistemas de propósitos múltiples.
Para las ciencias es una comunidad de diversos organismos vivos que interactúan entre sí y con su entorno físico, manteniendo equilibrios capaces de hacerlos sostenibles en largos periodos de tiempo. Si esta definición se traslada al mundo organizacional, se encuentra que el modelo de negocio de los ecosistemas consiste en un conjunto de diversas organizaciones, personas, productos y servicios, tecnologías, así como relaciones, que forman un tejido complejo de creación de valor procedente de varios puntos.
En un ecosistema varias cadenas de valor interseccionan bajo el patrocinio de una empresa o una alianza que las articula; asimismo, produce beneficios de muchas maneras y en diversas direcciones. Un ejemplo sería Apple como un ecosistema:
Si se expresara un gráfico con las cadenas de valor del ecosistema de Apple, no resultaría una figura lineal de izquierda a derecha (como es común en los diagramas clásicos empresariales), sino como un complejo entramado de cadenas de valor que parten de puntos diversos e interseccionan con otras cadenas (como si fuese una telaraña). Todo ese modelo es posibilitado por una empresa que ya no restringe su actividad a un único sector, ni se limita a sus propios recursos o a la gente que está contratada dentro de la compañía.
El antecedente más inmediato de las empresas-ecosistema son los conglomerados (Grupo Carso, Nestlé, Pepsico). No obstante, la práctica más común en estos casos era la agrupación bajo una compañía holding de empresas que mantenían su enfoque especializado, sus fronteras sectoriales y sus cadenas de valor fuertemente linealizadas y simples. En otras palabras, su funcionamiento no correspondía a un ecosistema en forma plena, sino que, en el mejor de los escenarios, optimizaban procesos de apoyo mediante centros de servicios compartidos.
Aún es temprano para que la economía de los ecosistemas pueda ser dominada con fluidez y una metodología clara; con un paso a paso que permita llevar a empresarios, directivos y emprendedores a tomar la decisión de ir más allá de la especialización en el trabajo y los productos de sus negocios, romper las fronteras sectoriales e integrar a todos los “organismos vivos” (económicamente hablando) a ese hábitat compartido, donde unos y otros se intercambien beneficios.
Sin embargo, desde ahora se puede crear una serie de preguntas para que los líderes de negocios exploren las rutas posibles que los pueden llevar a convertirse (o integrarse) en un ecosistema empresarial:
Podrían existir decenas más de preguntas para repensar los negocios, de manera que, puedan migrar de un concepto sectorizado tradicional a un ecosistema, pero la lista anterior representa un buen comienzo para romper los paradigmas de hiperespecialización que, socialmente, se han aceptado a lo largo de décadas y que forman los supuestos básicos bajo los cuáles han operado los negocios.
A modo de exploración, algunos ejemplos de negocios-ecosistema a escalas regionales o locales, pueden ser los siguientes:
La intención de un ecosistema empresarial es integrar a “los seres vivos económicos” a un ambiente donde encuentren todo lo que necesitan para pasar ahí la mayor parte de su tiempo creando valor, obteniendo beneficios compartidos, haciendo sinergia, usando recursos o plataformas comunes y logrando la sincronicidad de sus acciones.
En los próximos años se verá a miles de líderes de negocios llevando a sus organizaciones a superar los estrechos límites de las fronteras de sus sectores, esto para convertirse en ecosistemas donde la vida de diversos actores económicos tiene lugar. La principal habilidad consistirá en idear esas redes de colaboración multisectorial y proveer la plataforma de acuerdos, contratos, servicios compartidos y beneficios sustentables que provoquen que esa comunidad pueda realizar una contribución positiva a ese entorno de propósito múltiple.
Los profesionales de negocios que, sistemáticamente, estén pensando en la visión de futuro, deben considerar este modelo de negocio que, al menos en grandes empresas punteras (por ejemplo, Apple), ya ha dado espectaculares resultados y ha generado una mayor sustentabilidad a futuro en los cimientos económicos de sus organizaciones. Lo anterior sólo por el hecho de haberse convertido en plataformas sobre las que las comunidades crean riqueza.
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