El proceso de un venture comprende tres etapas: angel seed, early stage y late stage. La primera es donde suelen recibir más dinero de los inversionistas, mientras que, va disminuyendo en las siguientes porque, por ejemplo, ocurre una crisis financiera que hace más cautelosos a los empresarios y buscan opciones con menos riesgo para su dinero.
El venture capital es una buena opción para las empresas que inician su proyecto, aunque tiene sus riesgos; por un lado, es un modelo de inversión que funciona y hay pruebas de ello; empresas como Apple, Meta y Amazon lo usaron para impulsarse, y ahora son gigantes. Sin embargo, su principal desventaja es que no garantiza el éxito; es una apuesta y, quienes se involucran en ella, lo saben perfectamente.
De hecho, muchos deciden invertir en varios emprendimientos a la vez, pues el venture capital “parte del supuesto de que las startups (empresas emergentes) no necesariamente van a funcionar, pero que vale la pena hacer las apuestas porque una o dos de éstas serán tan, pero tan exitosas, que compensarán todo lo demás”, refieren René Lankenau, Alex Gonzáles Ormerod y Yanin Alfaro en Cuando se termina la gasolina.
La startup Perfekto es un caso de emprendimiento que tuvo un buen impulso con venture capital, pero que, por desgracia, desapareció en mayo de 2023; no logró cumplir los objetivos necesarios para convertirse en un negocio rentable. Según datos compartidos por Forbes, en noviembre de 2022 recibió 1.1 millones de dólares en una ronda presemilla, recaudó 112,916 pesos aportados por 182 inversionistas y facturó 14 millones de pesos (contó con 3,000 clientes en la Ciudad de México). Su proyecto era bastante noble: ofrecer frutas y verduras, rechazadas por razones estéticas, al alcance de los consumidores, con un mejor precio y directo de los productores.
La intención no es desanimar a nadie ni detener el entusiasmo de iniciar un proyecto, pero lo cierto es que el fracaso de un emprendimiento o de una empresa familiar no es inusual.
El estudio Radiografía de Emprendimiento en México 2023, realizado por la Asociación de Emprendedores de México, lo dice en cifras: 28.9% de los emprendedores cierra su negocio antes de cumplir su primer año y 32.4% enfrenta la quiebra entre el primero y segundo año de operaciones. ¿Esto quiere decir que no deberíamos buscar cómo hacer realidad los planes de una compañía propia? Por supuesto que no. ¿Saber esto ayudará a que duela menos si no funciona? Tampoco.
No obstante, es lo que ocurre con todo en la vida, porque no es fácil hacerlo bien a la primera y las cosas no son eternas. Por eso quiero referirme al duelo que una persona fundadora puede sentir al tomar la decisión de cerrar su empresa, especialmente, para que logre gestionarlo de la mejor manera posible y pueda tomar las decisiones correctas para el futuro, comenzando por reconocer lo que se siente.
Este sentir se manifiesta de distintas maneras, por ejemplo:
Sentir que no lograste tus sueños: en ocasiones, el mundo de los negocios parece sostenerse en una dinámica de competencia: quién lo logra y quién no. Esto puede convertirse en una presión adicional que aumenta el nivel de estrés de cualquier persona, la cual, de pronto, experimenta frente a los demás un fracaso que no puede disimular.
Sentir que decepcionaste a tus inversionistas o familiares: en la empresa familiar es común hacer alianzas con personas con quienes se creció y que han estado en la vida privada durante mucho tiempo. Hacer negocios con ellas representa otro nivel de confianza, el cual podría destruirse debido al dinero involucrado, y no es nada cómodo seguir conviviendo bajo esa situación.
Tener que despedir a los empleados: decirle adiós a quienes decidieron brindar su experiencia, tiempo y dedicación para que la empresa se convirtiera en un éxito suele romper el corazón de la persona más dura. En ocasiones, ésta es la razón por la que una empresa cierra más rápido, como le pasó a Perfekto: destinó la mayor parte de sus fondos para cumplir con las obligaciones financieras hacia las personas despedidas y no dejar a nadie sin sus derechos.
Darte cuenta de que no se acaba cuando cierras: todos los procesos burocráticos y legales duran unos meses, casi siempre más de lo planeado, lo cual aumenta el cansancio mental y el estrés de quienes tienen que despedirse de su empresa; cuando hay que hacer todo eso para abrir una, el entusiasmo es el motor que ayuda a olvidar las horas de sueño de cualquier empresario familiar. Cuando es para “bajar la cortina”, el proceso se vuelve más doloroso y pesado.
Cada persona lo vive de diferente forma, pero en mi experiencia como consultor, he encontrado que estas etapas son las que más se repiten; sin embargo, debe quedar algo claro: es normal sentirse así, no es el fin del mundo, y muchas de las personas que admiramos tuvieron que experimentarlo más de una vez y lo superaron.
Aceptar la pérdida: se dice fácil, pero es importante ver las cosas como son y no aferrarse a los “hubiera”, o bien, echarle la culpa al mundo entero si el negocio llega al punto final.
Encargarse de lo necesario (primero): es fundamental realizar los pagos, llamadas, firmas, así como comunicar, de manera transparente y directa, lo que sucede. También es una forma de hacer más real el proceso, porque si dejamos para después todos los inevitables trámites de un cierre, sólo se hará más complicado y doloroso al final.
Reflexionar sobre lo aprendido (después): toda experiencia, buena o mala, deja una enseñanza valiosa, no obstante, es necesario darse tiempo y espacio para analizar lo que sucedió. Es como tomar esos “hubiera” mencionados, pero de un modo más inteligente: repasar lo que sí se hizo para identificar lo que salió bien o mal, y el porqué detrás de cada acierto y error.
Tomarse tiempo para el siguiente paso: iniciar otro emprendimiento es muy tentador, es como buscar una nueva pareja al separarse de una relación con la intención de quitarse el mal sabor de boca. Lo mejor es pensar las cosas con calma, porque la muerte de la propia empresa también ayuda a entender si en verdad se quiere hacer todo de nuevo.
Buscar apoyo: en lugar de ocultarlo, la recomendación es acercarse a colegas que están al frente de empresas, pues serán ellos quienes mejor entenderán el duelo que se vive. Claro está que acercarse a los seres queridos y la familia también es parte de la estrategia; sin embargo, recomiendo hacer a un lado la vergüenza y buscar los consejos de quienes entienden los riesgos del oficio.
Soy de la opinión de que es más valioso atreverse a construir un proyecto propio, aunque fracase, que soñar con intentarlo y nunca dar el primer paso. Y así como se necesita ser valiente para iniciarlo, también hay que serlo para aceptar cuando no ha funcionado y seguir adelante.
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