uienes se convierten en Chief Executive Officer (CEO) son, a fin de cuentas, seres humanos, es decir, no son infalibles y, en muchos de los casos que encontramos en listados o perfiles de personas “de éxito”, hay malas prácticas; por eso, no tiene caso concentrarse en una única figura para resaltar sus puntos a favor, sino que, importa más analizar lo que se puede rescatar de aquellos elementos que convierten a cualquier CEO en alguien exitoso.
Lo que ayuda para estos casos es enfocarnos en estudios realizados con manejo de datos, lo que arroja conclusiones más objetivas que se han elegido para compartir con los lectores; dichas conclusiones no son, para nada, las únicas ni son demasiado exhaustivas, pero considero que muestran aquellos aspectos que permiten que el trabajo de quien está en el puesto de CEO alcance objetivos de manera eficiente y ética para todos los interesados de una empresa (para la gente que tiene contacto con ella en cualesquiera de sus actividades).
En un artículo de 2014, Harvard Business Review compartió un ranking de los mejores CEO de esa época; una de las conclusiones a las que llegó es que, en muchos de los casos y sin importar la industria, quienes tenían mejor desempeño tenían título en ingeniería.
Aunque parece un poco arriesgado afirmar que, en general, el perfil de ingeniero o ingeniera es el ideal para convertirse en CEO, se entiende que lo importante es tener un pensamiento pragmático y orientado a resultados que puedan respaldarse con información medible, verídica y vigente. De esa manera, es más sencillo planear una nueva estrategia con mayores posibilidades de éxito, en lugar de guiarse únicamente por una corazonada, lo que nos lleva al siguiente punto.
Un estudio en 2017 (de la revista mencionada) expone un caso muy interesante: un ejecutivo que logró un crecimiento inédito en su empresa (del 150% en comparación con el 2% que se esperaba) buscó el puesto de CEO, pero el consejo de administración se decidió por otra persona con resultados más modestos. ¿La razón?, consideraron que el increíble desempeño del primero era una anomalía y que, probablemente, no podría replicarlo.
Para transmitir confianza al consejo, es clave que se establezcan metas realistas de entrada, especialmente cuando es la primera vez que se toma este tipo de responsabilidades, ya que, es necesario conocer a fondo cómo funciona una empresa y familiarizarse con presupuestos, planes, miembros del consejo, colaboradores, proveedores, clientes, entre otros, para entender qué necesita la organización para seguir creciendo y, a la vez, la mejor manera de alcanzar esas metas.
Piyush Gupta (ex CEO de Grupo DBS de Singapur) explica: “El consejo, para mí, es un socio y puede hablar con cualquier miembro de mi equipo de gestión. Creo que el libre flujo de información es útil para una alineación completa”.
Ya lo he mencionado en otros artículos, el CEO no se manda en solitario ni es la autoridad absoluta. Para empezar, el consejo de administración es quien lo elige y, por lo tanto, quien puede despedirlo; así que, debe crear un canal de comunicación constante con sus miembros para informarles de buenas y malas noticias que son importantes para el rumbo de cualquier organización. Asimismo, se tienen que comprender “las necesidades y motivaciones de las personas interesadas para después compartirlas con el consejo para alinearlas con el objetivo de crear valor”, como se explica en el artículo What Sets Successful CEOs Apart.
A pesar de que no se trata de cambiar absolutamente todo el paisaje cuando se toma el puesto de CEO, lo cierto es que, sí se exige una toma de decisiones que puede abrumar hasta a la persona más resiliente. Alguien que va a dar buenos resultados tiene en mente varios aspectos en este tema: no se trata de tomar las decisiones correctas todo el tiempo, sino de tener un carácter más decisivo.
No siempre se tiene toda la información a la mano y, quizá, se deban tomar medidas en medio de escenarios ambiguos; pero, a veces, una mala decisión es mejor que no tomar una decisión en lo absoluto. En el estudio citado se comparte que “quienes fueron descritos como ‘decisivos’ fueron 12 veces más propensos a convertirse en CEOs con mejores resultados”.
La ventaja de no resistirse al cambio es que quien desempeña el papel de CEO tiene la capacidad de planear a largo plazo; no solamente tiene la habilidad de “apagar fuegos” (como sucede en muchas ocasiones), sino que, también decide para que la estrategia principal funcione, incluso si ya no es parte de la empresa. Eso permite construir procesos más sólidos y procedimientos que el resto de su equipo directivo puede replicar.
Por otro lado, un buen CEO busca (de manera constante) innovaciones que mantengan vigente el negocio y funcionamiento de la organización, que actualicen las habilidades o conocimientos de quienes trabajan en ella para que, si es necesario cambiar la dirección, no sea tan complicado.
La humanidad de quienes se convierten en CEO es clave en esta lista, así como debe serlo también para dar un buen trabajo en este puesto tan importante, ya que, impacta a la cultura empresarial que permea a todas las personas y procesos bajo su mando; asimismo, influye en el desempeño del CEO. Si gestiona de manera inteligente su tiempo, sus emociones, las herramientas de liderazgo, su espacio personal y el público, entonces va a inspirar a los demás a hacer lo mismo.
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