Ante tal escenario, Bornet plantea dos alternativas: sentarse, no hacer nada y sólo dejar que la IA nos despoje de todo lo que nos hace humanos; o bien, tomar la decisión de ser auténticos, únicos y creativos, cualidades que constituyen la clave para mantener nuestra humanidad. Bornet afirma que se trata de volvernos verdaderamente irrepetibles e irremplazables.
En las siguientes líneas exploraremos las ideas de Bornet sobre la esencia de ser irremplazables, las competencias del futuro y cómo hacer una simbiosis con la IA en una época en que parece ser omnipresente.
A menudo, las máquinas influyen en nosotros sin que nos demos cuenta, entonces, ¿cuál es la cura para esta infección tecnológica? El concepto de irremplazable, afirma Bornet, toca el núcleo de la identidad, el valor y la conexión humana; es la noción de que ciertas cualidades, contribuciones o vínculos son tan únicos e intrínsecos a un individuo u organización, que no se pueden duplicar ni sustituir, ni siquiera, mediante tecnología avanzada como la IA.
En esencia, ser irremplazable en la era de la IA significa cultivar y valorar aquellos atributos que son inherentemente humanos y no se pueden replicar mediante algoritmos. Con ello, nos aseguramos de que, a medida que la IA evoluciona, sirva como complemento en vez de un reemplazo de la naturaleza rica y multifacética de la vida humana. El concepto no es exclusivo de los individuos, pues es igual de relevante para las empresas.
Las empresas irreemplazables, en palabras de Bornet, son aquellas que están a la vanguardia de la agenda tecnológica, tienen una visión clara con un retorno de la inversión medible, además de un plan flexible y completo a largo plazo para cumplirlo; asimismo, siguen siendo ágiles y ajustan sus planes para alinearse con los cambios del mercado, pero esto no es todo; en esencia, estas entidades son organismos vivos impulsados por seres humanos; y, justamente, son sus cualidades distintivamente humanas las que distinguen a las organizaciones exitosas, incluso, cuando la tecnología se expande.
Las empresas irreemplazables, continúa el autor, alinean el ritmo de la tecnología con la capacidad de adaptación de las personas. No sólo invierten en software, también lo hacen en los humanos que dan sentido a esas herramientas. Ofrecen capacitación, estímulo y una cultura preparada para el cambio; reconocen que, incluso, a medida que la tecnología avanza, las personas impulsan la innovación. Por ello, estas entidades construyen culturas adaptables y fuerzas de trabajo listas para evolucionar, de manera fluida, junto con la IA; además de que lideran con compasión, sabiduría y ética.
"La IA tiene que ver con los seres humanos […]. Sin los seres humanos, en primer lugar, no habría IA, y cualquier IA que creemos debería servirnos. De lo contrario, es sólo un desperdicio", afirma Bornet. Este enfoque centrado en el ser humano para la tecnología es la base del marco de trabajo para volverse irreemplazable; asimismo, identifica tres competencias clave que todos debemos desarrollar: estar preparados frente la IA, frente a otras personas y para el cambio.
Bornet propone una lista de competencias para el futuro y la separa en tres grupos: competencias AI ready (de cara a la IA ), Human ready (de cara a nuestra naturaleza humana) y Change ready (de cara al cambio):
AI ready: implican no sólo aprovechar la IA para mejorar el rendimiento, sino también protegerse contra sus impactos negativos, como problemas éticos o adicciones:
Human ready: hace hincapié en el fomento de las capacidades que son distintivamente humanas y que la IA no puede replicar de forma auténtica, por ejemplo:
Change ready: enfatiza el desarrollo de la resiliencia, así como la adaptabilidad para prosperar en medio de los rápidos cambios y los desafíos que trae consigo el avance de la IA:
En definitiva, volverse irremplazable en la era de la IA no consiste en superar a las máquinas en su propio terreno de juego, sino en destacarse como seres humanos, con toda la creatividad, el pensamiento crítico y la conexión auténtica que ello implica. Mientras seguimos ampliando los límites de lo posible con la IA, no olvidemos también ampliar los límites de nuestro propio potencial.
Al adoptar esta perspectiva y tomar medidas proactivas para volvernos irremplazables, podemos asegurar que la revolución de la IA mejore nuestra humanidad (en lugar de disminuirla). Y es que, como afirma Bornet, la IA no es el destino, es el vehículo que nos lleva a un futuro más humano.
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