No hay que dejar atrás los fracasos, errores, metas no alcanzadas, caminos que no se terminaron, en fin, todos esos momentos que dejan el mayor aprendizaje y que nos dan la opción de replantear y marcar nuevos puntos de inicio.
El arranque de 2025 nos brinda una gran oportunidad; quizá muchos ya tienen pensados sus metas o retos para este nuevo año, algunos otros han evaluado retomar algo que no terminaron o que interrumpieron. El momento nos llama, las sensaciones y los festejos del cierre del año pasado fueron sembrando estas semillas de un nuevo comienzo. Todo ello es muy bueno, muchos lo hacen como práctica habitual y algunos son contagiados e, inclusive, otros son llevados a este proceso por la inercia de la época. De cualquier manera, hacerlo es muy bueno.
El interés de esta columna, además de incentivar esta práctica, es acercar herramientas para que los anhelos no se queden en eso, en algo que no se logra. Se propone un método muy simple que ayude a cumplir con los propósitos de año nuevo. Son cinco las etapas, pasos o momentos, como le quieran llamar, pero la propuesta es que se pongan en práctica, que los hagamos por escrito (físico o digital) y que los coloquemos en un lugar visible para verlos todo el tiempo, pues el proceso de recordarlos debe ser continuo.
Ya sea con una impresión física, alertas electrónicas, o bien, con apoyos digitales incluidos en la agenda, en el corcho de la cocina o en el refrigerador, la idea es tenerlos presentes. Estos cinco elementos serán descritos a continuación y, como elemento adicional de recordatorio, los nombraremos el método Omega.
bjetivos: definir los objetivos es el punto de partida. Hay que describir, de manera muy clara y precisa, sin dudas ni temas subjetivos, con características y condiciones fáciles de entender, recordar y llevar a cabo. No importa el número, entre más concretos sean, será más fácil alcanzarlos.
étricas: a cada objetivo hay que definirle sus métricas (numéricamente), ¿cómo serán los avances?, ¿cada cuándo se medirán o se compararán con las metas finales?, y responder a la pregunta: ¿estoy avanzando?
strategias: ¿qué se va a hacer para lograrlos?, ¿qué recursos se requieren?, ¿cuánto tiempo es requerido?, ¿es necesaria capacitación?, ¿hay que recurrir a terceros?, ¿se tiene que aprender alguna forma especial de actuar o comportarse? Es muy importante tener claro lo que se necesita hacer y tener para lograr los objetivos.
anancia: ¿qué es lo que se obtiene al cumplir cada objetivo?, ¿con qué o cómo se beneficia la persona?, y no hablamos en términos monetarios exclusivamente, sino todo lo valioso que se quiere y por lo que se está dispuesto a hacer sacrificios. Ver de manera objetiva esta ganancia puede ser el gran aliciente para continuar. Salud, ahorro, mejora de ingresos, mejores relaciones familiares, mejor entorno laboral, social, etc. Ponerlo en blanco y negro ayudará a alcanzarlo de verdad.
vances o adaptaciones: las métricas tienen que decirnos si se está avanzando, el momento en el que se alcancen o cuándo no se logra ir para adelante. Este es el paso más importante; identificar y reconocer los avances reales para continuar con la estrategia y lograr alcanzarlos o, en su caso, hacer cambios y adaptar para que, con un enfoque más realista, se replanteen las metas para no olvidarlas y eliminar la frustración, el cansancio o enfado; asimismo, esto es con el fin de retroalimentar al sistema para que se logre lo que se describió en los objetivos.
Conforme se alcanzan objetivos y se logran las metas, el ser humano incrementa su capacidad de mejorar, progresar y trazar un camino de éxitos y felicidad. Los errores y fracasos estarán presentes, pero conforme se aprenda de ellos y se continúe en la lucha, las habilidades se incrementarán. Esforzarse día con día dará más recompensas en lugar de quedarse parado y sólo ver pasar la vida.
Debemos segregar todas las actividades importantes y dedicar tiempo a aquellas que tienen un mayor grado de impacto, que se vuelvan aún más valiosas.
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