Actualmente, las personas que se encuentran empleadas o buscan empleo y pertenecen a la generación X o Y tienen ciertas características que generaciones como la Z y Alfa no tienen. La resiliencia, la estabilidad emocional y la esperanza, entre otras, son características comunes de los nacidos en el siglo pasado.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), estas generaciones entrarán al mercado laboral en la próxima década y, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), serán alrededor de 1.1 billones de personas tan sólo en el hemisferio sur del planeta.
Un estudio que la OCDE realizó a 10,000 jóvenes con diferentes niveles de vida mostró los siguientes resultados: un joven de cada tres se siente indiferente o de manera negativa respecto de su puesto de trabajo; en específico, respecto a la falta de justicia y oportunidades de crecimiento, acerca de lo difícil que es generar habilidades y conseguir experiencia y, sobre todo, sobre la poca flexibilidad horaria de la jornada laboral.
Asimismo, sienten barreras importantes para conseguir las metas que les son establecidas en su ámbito laboral; 38% lo externó debido a las competencias no adquiridas, 31% por condiciones sociales o económicas y 29% por falta del apoyo apropiado para conseguirlas.
58% de los encuestados considera que las oportunidades para desarrollar habilidades son muy escasas, 54% piensa que no tiene las suficientes oportunidades educativas o de acceso a la información, y 45% cree que las opciones de ayuda financiera para trabajar y estudiar son limitadas.
Asimismo, 74% de los jóvenes encuestados mencionó que lo más importante para ellos en el ámbito laboral es tener oportunidades para desarrollar habilidades y experiencia. Este mismo porcentaje externó inquietudes por la creciente incertidumbre y complejidad en el rápido y cambiante entorno económico.
Lo anterior tiene grandes implicaciones para las empresas en este nuevo mercado laboral que se está creando. Los jóvenes ahora consideran que son las empresas las que deben cubrir sus necesidades de desarrollo de habilidades y competencias, y ya no por la educación que reciben. También implica que la fuente de estabilidad emocional proviene del ambiente laboral, dejando al margen los espacios familiares, amistades o cualquier otro ámbito social ajeno al trabajo. Se muestra la idea de que es la empresa la que genera un impacto positivo en la sociedad y no las decisiones, acciones e iniciativas de las personas que la componen.
La empresa debe garantizar espacios de trabajo libres de estrés, con ambientes esperanzadores y alta flexibilidad; de lo contrario, el empleado no conseguirá alcanzar sus metas, ser productivo y, más aún, ser pleno y feliz. Esto es un gran reto para el sector empresarial que, actualmente, está dirigido por generaciones que han concebido, experimentado y se han desarrollado en un mundo diferente.
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