Durante los tres años que la pandemia estuvo presente en el mundo, la industria farmacéutica creció de manera considerable, especialmente, las empresas BioNTech y Moderna crecieron de manera drástica gracias a su tecnología de ARN mensajero, que les generó una rentabilidad 27% superior a la media de la industria en la que se encuentran Pfizer y Johnson & Johnson (según cifras de Bloomberg).
En específico, BioNTech facturó alrededor de 500 millones de euros en 2020, mientras que, en 2021 fueron 17,000 millones; Pfizer tuvo ventas por 81,000 millones de dólares en 2021 y por 100,000 millones en 2022; en el año 2021, Johnson & Johnson facturó 94,000 millones; Grupo Roche generó un volumen de ventas por 66,000 millones de dólares; por su parte, Novartis registró ventas por 51,000 millones de dólares.
Una de las razones que muestra evidencia de lo anterior es que las ventas mundiales de medicamentos incrementaron considerablemente entre 2019 y 2022, pasando de 562,000 millones de dólares anuales a 1.09 billones en dicho periodo (según datos de la OMS). Con el fin de la pandemia, las fuertes inversiones realizadas (relacionadas con el virus) en conjunto por empresas y gobiernos irán disminuyendo drásticamente, de tal manera que, el nivel de actividad económica caerá y esto se va a reflejar en las operaciones de la industria.
De hecho, la primera consecuencia negativa ya ocurrió; a mediados de mayo, Novavax anunció un recorte laboral del 25%, lo que equivale a alrededor de 500 empleados; esta organización sobrepasó los dos mil empleados a finales de 2022. Los ingresos de la empresa norteamericana alcanzaron los 704 millones de dólares durante el primer trimestre de 2022 y, en lo que va de este año, sólo han vendido 81 millones. Pfizer y Moderna a finales de mayo también ajustaron su revisión de demandas por vacunas (producto del fin de la pandemia).
Las contracciones en el mercado farmacéutico, sin duda, se dejarán notar en los niveles de inversión al interior de la industria; es de esperar que los ritmos de producción disminuyan paulatinamente; asimismo, la inversión en investigación y desarrollo tecnológico también caerá; todo esto como respuesta a la contracción que el mercado mostrará en los próximos meses; de esta manera, dicha contracción se esparcirá por toda la industria. Menor volumen de ventas y, por ende, ingresos; caída en la capitalización; así como menor ritmo de producción y el desempleo de factores de la misma son reacciones que se deben esperar en las empresas farmacéuticas.
Como contexto que rodea este escenario, hay una crisis económica en varias industrias de insumos intermedios, una crisis financiera que aún no muestra señales de disminución y una contracción industrial a nivel global debido a la inflación y a las altas tasas de interés.
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