Consideraciones antes de convertirse en CEO

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C.P.C. y P.C.CO. Mauricio Brizuela Arce Socio en Salles, Sainz - Grant Thornton, S.C.

En algún lado leí que el mejor puesto es el que está “justo abajo del CEO”; esto es porque no se tiene toda la responsabilidad de la empresa y aún hay más libertad para hacer lo que se desea. Puede que esto sea verdad, pero es el tipo de panorama que se puede apreciar sólo cuando uno ya no está en ese lugar. Algo parecido a “todo tiempo pasado fue mejor”.

No es mi intención sonar muy fatalista, más bien, deseo ser claro en esto: el CEO no es sinónimo de poder absoluto ni completa inmunidad. En realidad, este puesto puede convertir a la persona más segura en un manojo de nervios (y con justa razón), pues la empresa entera pareciera depender de las decisiones de un hombre o una mujer que, de pronto, es la imagen pública de toda una organización.

Por eso creo que es primordial que se considere lo siguiente antes de empezar la carrera hacia la meta de CEO:

No es lo mismo ser CEO que "un buen CEO"

Nadie es perfecto y todos pueden cometer errores en cualquier punto de su camino en el entorno laboral; sin embargo, es fácil reconocer cuando una persona no está haciendo un buen trabajo en la dirección de una empresa.

Quien llega al puesto y, de pronto, se siente como rey o reina del mundo, es una mala señal, pues estar ahí significa que se posee capacidad de liderazgo, sin perder ese grado de humildad que ayuda a reconocer el talento de otras personas, mismas que podrían agregar valor a la organización (incluso en aspectos que la dirección no podría).

Existe un grado saludable de curiosidad para la innovación; asimismo, el ego debe estar a raya para reconocer los logros de la competencia, ya que, es más importante el crecimiento de la compañía y sus integrantes (además de los inversionistas y clientes) que las portadas en alguna revista de negocios.

Ser CEO da menos garantías a largo plazo

Bien dice el dicho: "Mientras más arriba, más fuerte es la caída". El terreno en los altos mandos es mucho más débil, pues un CEO se convierte, como ya se ha mencionado, en la cara pública de la empresa, así como en el responsable principal de los aciertos y errores.

Especialmente se es responsable de los errores, de los que es difícil escapar, ya que, hay que estar al pendiente de los cambios que ocurren en el mercado, la industria y en las necesidades de los clientes. Se le responde al público, a la mesa directiva, al consejo de administración y a los inversionistas. Es imposible tener a todos felices; aun así, hay que encontrar el equilibrio o el menor de los males.

De cualquier manera, si no se alcanzan los números deseados al final del trimestre, habrá alguien más que ocupe el puesto. Si alguien dice que esto no intimida, está mintiendo.

Con grandes sueldos vienen aún más grandes responsabilidades

Es verdad que el sueldo de un CEO podría curar cualquier miedo; ya estando ahí, la cosa es distinta. Aunque es cierto que en la dirección ya no hay que encargarse de las minucias de la empresa o de áreas completas, la responsabilidad es en otra escala. Es decir, aspectos relacionados con la regulación del negocio, políticas del país (o países) donde se opera, así como las estrategias que permitirán que la compañía garantice su vigencia.

Hay que estar al pendiente de que todo opere correctamente hoy, pero también mañana y dentro de los próximos diez años: ¿qué podría cambiar en ese tiempo?, ¿cómo es posible adelantar esa adaptación desde ya?

Es imposible evitar los sacrificios

Quizá es más común escuchar esto en el caso de personas que son CEO y propietarias de su empresa. Al inicio, los emprendimientos son como los hijos pequeños: necesitan atención todo el tiempo hasta que crecen lo suficiente y se mantienen casi de forma independiente.

Incluso si se está al frente de una empresa que no es la propia, esto va a demandar todo el tiempo y energías a la mano, pues para los altos mandos no existen los días feriados, las vacaciones sin interrupciones, las horas libres ni espacio para mucha vida después de terminar la jornada. Esa es la razón por la que, quien esté en la dirección, necesita un círculo de apoyo con mucha paciencia (familia, pareja, amigos). Si el plan profesional es convertirse en CEO, más vale rodearse de gente que también desee estar junto a alguien en este puesto.

Conclusiones

El perfil de CEO necesita de alguien que considere dedicarse realmente al puesto, ya que, de seguro debe mover algunas prioridades para hacer un buen trabajo y que esto se convierta en su mejor papel. La satisfacción de llevar al éxito a una empresa de la que dependen familias, sueños, comunidades e, incluso, la actividad económica de su entorno hará que valga la pena. Si alguien dice que esto no motiva, no está listo para el puesto, de eso no hay duda.